Seguidores

miércoles, 29 de octubre de 2008

Desde una piedra


Qué somos sino
aire, polvo gastado por el tiempo.
Yo que vivo hurgando melodías,
palabras para construirme una casa,
un camino, lejos del hambre y del dolor.
Siento el viento frío de los tiempos,
éstos que viven como llagas,
rasgándome la piel cuando camino.
No veo lágrimas en los ojos
sino miradas desnutridas,
blancas, hundidas, muertas y perdidas.
Somos nosotros viajando de noche a noche,
buscando el amor que no encontramos en el día,
los sueños que no tuvimos en las noches.
Tantas son las palabras que dejamos en el viento,
tantos los recuerdo que sucumbirán mañana,
tanta y tanta la pena que mora en nuestros ojos.
Siendo lo que somos
qué ser sino,
retrato del árbol que sembramos,
de aquello que no sembramos ni regamos.
Todos venimos de la misma voz,
del mismo suelo,
de la misma piedra,
del fondo de la tierra.
Pero hoy que veo el sol, la luz, la tierra enferma,
qué decirme a mí mismo
del aire manchado que crece como abismo.
Nada, completamente nada.
Somos la costra del árbol que resiste,
somos la piel de la piedra que labra el viento,
aquella que arrastra las aguas turbulentas de los ríos.
Aquí estamos como clavados a un destino,
sembrando nuestros días de negros monumentos, gota a gota,
y así avanzamos de un lado y de otro
abarcando la noche que nos cubre.
¿Qué hacer o dejar de hacer
para salvarnos de nuestra propia sombra ?
Serán tal vez, la lluvia o los truenos
lo que anuncian nuestros días,
éstos que golpean con dolor en nuestro pecho,
de mares que se mueven como lenguas,
de volcanes que rugen como heridas de la tierra,
o las ideas que germinando se embarran con la muerte.
Somos nosotros
que construyendo vamos este mundo
de olores infectos y sequías
de pestes y terrores
de vidrios y de piedras.
Yo que vivo de pesadillas y de sueños
buscando el amor que nunca tuve
en este mundo viejo de bosques y jardines,
voy tras las huellas de otro sueño que me invento,
para no sentirme tan lejos y tan solo.

París 15/10/2005