Pasa el río, pasa el tiempo,
las olas y las nubes,
las voces y los vientos,
mas tu palabra quedará.
No son sueños, Señor,
los que alivian mi dolor,
ni oro, ni abundancia:
sino tu presencia cotidiana.
Brilla el sol, brilla la luna,
brilla la noche, brillan las sombras
de complicados laberintos,
pero nada mejor cuando brilla el corazón.
En cada cosa estás Señor,
en cada tiempo, en cada espacio;
en el agua y en el fuego:
mas no te alejas de mí, Padre Eterno.
Amiens 26-2-10
2 comentarios:
Precioso!!! me ha encantado. Gracias. Besos
me recuerda a un salmo , uno especial y hermoso que habla de la presencia en todo
un abrazo de paz
elisa
http://lichazul.blogspot.com
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