Mañana cuando nazca el día, Señor,
acógenos en tu morada celeste,
lejos del frío y de la noche,
que cruzando vamos hoy por el camino.
Mañana cuando vuelvas, Señor,
recoge nuestros dispersados pasos,
que por fangos y desiertos
perdidos van, buscando tu palabra.
Mañana cuando haya sol, Señor,
que haya también misericordia en tus ojos,
para nosotros, que enceguecidos,
dormimos y andamos por las noches.
Mañana cuando ya no exista el tiempo, Señor,
que sea como lo has dicho,
y las plantas y los ríos sean celestiales,
y tu palabra sea por siempre nuestra vida.
2-4-10
Amiens
3 comentarios:
Siempre el Señor es inspiración de buenas nuevas para espíritus iluminados. Es bueno salir del fango desesperado, salmo a salmo.
El mañana existe? sí, en la esperanza. Y el presente, en la cruda realidad..
Un abrazo desde México, Monique.
un hermosos místico
Felicitaciones
abrazo de paz
Publicar un comentario