Gracias quiero darte, Dios mío,
por la Madre Universal que nos has dado,
ella nos consuela en el camino,
y guiando va nuestros pasos hacia ti.
Gracias quiero darte, Dios mío,
por todas las madres de la tierra,
aquellas que nutrieron nuestros días,
y que en el dolor más callado se desvelan por sus hijos.
Gracias quiero darte, Dios mío,
por el Amor que las madres de la tierra,
derraman sin medida en nuestros ojos.
Protégelas por donde vayan.
Gracias, Señor, Padre Eterno,
por la Madre Universal que siempre nos acoge;
por las madres que hoy nos acompañan sobre la tierra,
y por aquellas que ya no volverán jamás.
París, 8-5-2010
Díjole Judas, no el Iscariote : « Señor, ¿qué ha pasado, que vas a manifestarte a nosotros y no al mundo ? ». Respondió Jesús y le dijo : « Si alguno me ama, guardará mis palabras y mi Padre le amará, y vendremos a él y en él haremos mansión. Quien no me ama, no guarda mis palabras ; y la palabra que oís no es mía, sino del Padre que me ha enviado». Evangelio de San Juan
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sábado, 8 de mayo de 2010
domingo, 25 de abril de 2010
Presencia
Pasa el río, pasa el tiempo,
las olas y las nubes,
las voces y los vientos,
mas tu palabra quedará.
No son sueños, Señor,
los que alivian mi dolor,
ni oro, ni abundancia:
sino tu presencia cotidiana.
Brilla el sol, brilla la luna,
brilla la noche, brillan las sombras
de complicados laberintos,
pero nada mejor cuando brilla el corazón.
En cada cosa estás Señor,
en cada tiempo, en cada espacio;
en el agua y en el fuego:
mas no te alejas de mí, Padre Eterno.
Amiens 26-2-10
las olas y las nubes,
las voces y los vientos,
mas tu palabra quedará.
No son sueños, Señor,
los que alivian mi dolor,
ni oro, ni abundancia:
sino tu presencia cotidiana.
Brilla el sol, brilla la luna,
brilla la noche, brillan las sombras
de complicados laberintos,
pero nada mejor cuando brilla el corazón.
En cada cosa estás Señor,
en cada tiempo, en cada espacio;
en el agua y en el fuego:
mas no te alejas de mí, Padre Eterno.
Amiens 26-2-10
sábado, 3 de abril de 2010
El Mañana
Mañana cuando nazca el día, Señor,
acógenos en tu morada celeste,
lejos del frío y de la noche,
que cruzando vamos hoy por el camino.
Mañana cuando vuelvas, Señor,
recoge nuestros dispersados pasos,
que por fangos y desiertos
perdidos van, buscando tu palabra.
Mañana cuando haya sol, Señor,
que haya también misericordia en tus ojos,
para nosotros, que enceguecidos,
dormimos y andamos por las noches.
Mañana cuando ya no exista el tiempo, Señor,
que sea como lo has dicho,
y las plantas y los ríos sean celestiales,
y tu palabra sea por siempre nuestra vida.
2-4-10
Amiens
acógenos en tu morada celeste,
lejos del frío y de la noche,
que cruzando vamos hoy por el camino.
Mañana cuando vuelvas, Señor,
recoge nuestros dispersados pasos,
que por fangos y desiertos
perdidos van, buscando tu palabra.
Mañana cuando haya sol, Señor,
que haya también misericordia en tus ojos,
para nosotros, que enceguecidos,
dormimos y andamos por las noches.
Mañana cuando ya no exista el tiempo, Señor,
que sea como lo has dicho,
y las plantas y los ríos sean celestiales,
y tu palabra sea por siempre nuestra vida.
2-4-10
Amiens
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