Yo no soy otro que yo mismo. No sé si este amanecer me pertenece. Sin cuidado abro la ventana para ver el tiempo que hace afuera. Apenas me siento vivir y continúo, paso a paso hacia donde debe ser posiblemente mi fin o mi destino. Hay un pensamiento que me viene, me posee y me devuelve a la real circunstancia de mis ojos. Palpo mi existencia. La amargura de los días no me cuenta cómo he de saltar, evitar los obstáculos que me esperan. ¿Qué piedra o árbol distinguiré como única señal para encontrarte? Esta sed de tiempo me devora. Estiro mis brazos para alcanzar la rama que me salve y nada. Un día me ausentaré para siempre. Correré hacia los prados, hacia las dunas, hacia los mares. Buscaré el silencio y no lo encontraré. Mirando el alba me perderé en el crepúsculo del tiempo. Me olvidarán las hojas y no me olvidarán las raíces de las hojas. Yo no espero nada, yo no espero a nadie.
6 comentarios:
mmm,breve pero preciso.
saludos desde bolivia.
dario manuel
No hay nada nada que no se cumpla, el espacio, el viento, las hojas, las horas y hasta el mismo cielo no nos pertenece, acabaremos yéndonos y a pesar de todo, viviremos en los corazones a quienes hemos llenado de amor
Gloria Dávila
Leí tu texto en facebook y decidí entrar a tu blog
me gustan tus notas
esta en especial
Recibe saludos desde Cali
con la brisa de la tarde tibia y brillante
Penélope
,,muy bello, palabras que nacen del alma misma..
Estas palabras alegan ser un interrogatorio detectivesco, un apartado de unas maneras muy ciertas o finalmente espasmos colectivos de las tardes lluviosas de algún espacio de alguna casa; realmente disfruté leyendolo, gracias por compartirlo.
Afectos desde mi basurero.
Me gustó este texto. De tono existencial, reflexivo, profundo.
Gracias por compartirlo.
Un saludo desde Argentina
Zulma
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